Bonos de carbono, el oro verde
Los bosques representan un valor monetario. Su capacidad natural de capturar dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y el sumarse a programas internacionales de reducción de emisiones por deforestación (ERP), así como mercados voluntarios de carbono, lo posicionan como un sector en crecimiento. En Guatemala, esta riqueza forestal empieza a generar fondos en el sector privado, y como Estado, hasta el momento, se está a pocos pasos de cerrar una negociación para colocar bonos de carbono, a través de los programas de reducción de emisiones en el mercado internacional. Varios oferentes de proyectos de reducción de emisiones de CO2 por deforestación evitada, en el sector privado y comunitario, como Guatecarbon o Sierra Lacandón en Petén, están trabajando para que este aporte generado al planeta pueda certificarse y ser comercializado con el Fondo de Carbono Forestal. Todo esto si el cabildeo político encaja con la firma de un contrato de compra-venta con el Banco Mundial (BM), –administrador del Fondo de Carbono–, consistente en la colocación de 10.5 millones de toneladas de CO2 a un precio estimado de US$5 por unidad. El valor equivalente es de US$50 millones para un periodo de cinco años: 2020-2024. (El Periódico 09.02.20)