¿Se hunde el barco de la economía de Brasil? ¿Y el de Rousseff?

Cuando un presidente tiene índices de aprobación de un solo dígito, enfrenta llamados a su impugnación y ha perdido el control de su base política, ¿está en posición de jugar duro con los legisladores del país? Los brasileños pronto lo descubrirán. El 31 de agosto, la presidenta Dilma Rousseff envió al Congreso un presupuesto para 2016 con un enorme déficit primario (antes de pagos de intereses) de 30,500 millones de reales ($8 mil millones), o 0.5% del PIB, desafiando a sus miembros a que cubran la brecha. Fue un rompimiento con las prácticas presupuestarias responsables que han apuntalado a la economía de Brasil. Fue ilegal, dicen algunos críticos. Ciertamente no ha sucedido nada similar desde al menos el año 2000, cuando Fernando Henrique Cardoso, entonces el presidente, transformó las finanzas públicas. (Siglo 21 14.09.15)

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