La gran crisis de los semiconductores: qué se esconde tras la escasez mundial de chips

La crisis derivada del coronavirus tiene una nueva cepa. Una mutación de carácter tecnológico cuyos efectos se han dejado notar con especial virulencia desde hace varias semanas en una industria de referencia como la automovilística. Multinacionales con músculo como General Motors, Ford, Nissan, Honda o Volkswagen se han visto obligadas a poner al ralentí su producción en muchas zonas del mundo, incluso llegando a paralizar fábricas enteras. La razón no es otra que la escasez que ahora mismo existe de chips, necesarios para construir, entre otras cosas, los circuitos electrónicos de los coches. Hay que remontarse un año atrás para entender cómo se ha llegado hasta este punto. Cuando los gobiernos de medio mundo empezaron, allá por marzo, a decretar confinamientos duros siguiendo el ejemplo de lo que había hecho China para frenar la brutal expansión del covid-19, el gremio de la automoción echó mano de la calculadora. Pintaban bastos y la incertidumbre empujó a la mayoría a optar por cancelar los encargos de semiconductores, una decisión que ahora los ha conducido a esta situación, salvo a los que, como Hyundai, optaron por almacenar y hacer acopio de estos componentes.

¿Qué es lo que ocurrió? El ‘boom’ que experimentó la electrónica de consumo derivado de la adopción masiva y obligada del teletrabajo acabó por tensionar hasta extremos nunca vistos esta industria. El resumen es tan simple como que la cadena de producción no estaba preparada para deglutir ese aumento de pedidos. Al empezar a cancelarse pedidos y encargos, los productores de semiconductores adaptaron sus procesos e instalaciones, empleando esos recursos para tratar de llegar a los encargos de las marcas de ordenadores, móviles, tabletas. El problema vino cuando las ventas de automóviles se recuperaron antes de lo previsto. Descolgaron el teléfono para volver a hacer los pedidos y se encontraron que les tocaba ponerse a la cola. La situación ha derivado en un cuello de botella que nadie tiene claro cuándo podrá resolverse. Hay previsiones optimistas que creen que a mediados de este curso se podría estabilizar la situación, salvo en equipos muy concretos como pueden ser los circuitos para equipos 5G, algo que está añadiendo más carga de trabajo a los fabricantes. Otros informes señalan que el ‘shock’ ha alcanzado tal magnitud que hasta bien entrado el 2022 no se recuperará el ritmo ‘prepandémico’. Fuente: www.elconfidencial.com

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