Brasil teme desempleo si aranceles entran en vigencia
Brasil, la principal economía latinoamericana, teme una caída de la producción y un aumento del desempleo en caso de que el arancel del 50 por ciento anunciado por Estados Unidos a sus exportaciones entre en vigor, si bien el país cuenta con otros socios a quienes recurrir para suavizar el impacto. El anuncio del nuevo gravamen, que debe ser implementado a partir del 1 de agosto, ha provocado escalofríos en la nación sudamericana, que destinó a Norteamérica el 12 por ciento de sus ventas en el primer semestre del año. Con envíos anuales de artículos que van desde el jugo de naranja hasta los aviones y que representan alrededor de 2 puntos porcentuales del producto interno bruto (PIB), EE. UU. es el tercer mayor comprador de bienes brasileños, solo por detrás de China y de la Unión Europea. La patronal agrícola advirtió de daños a fabricantes y consumidores, mientras que la Confederación Nacional de la Industria (CNI) prevé un impacto significativo sobre la competitividad de unas 10 mil empresas exportadoras. De acuerdo con la CNI, por cada 1 mil millones de reales (180 millones de dólares) en productos exportados al territorio estadounidense fueron creados 24 mil 300 empleos y se generaron 531 millones de reales en salarios (aproximadamente 95 millones de dólares). A pesar de la preocupación que suscita el impuesto en el sector privado, los economistas divergen sobre la dimensión del encontronazo y señalan que variará según el sector. Un análisis de la Universidad de Oxford apunta a efectos limitados porque Brasil es una economía relativamente cerrada que, por otro lado, está bien diversificada en cuanto al destino de sus exportaciones. El economista Renan Pieri, profesor de la Fundación Getúlio Vargas, afirma que, a corto plazo, el nuevo gravamen disminuirá expresivamente los envíos hacia el norte y eso puede traducirse en un aumento del desempleo. “Las empresas van a tener que redirigir la producción hacia el mercado interno u otros lugares, lo que producirá una caída de los precios y de la facturación y, en consecuencia, una reducción de las contrataciones”, asegura. (DCA 14.07.25)