Escalada riesgosa de la deuda pública

Las finanzas públicas de Guatemala se caracterizan por el más bajo nivel de ingresos de América Latina y, por consiguiente, también el más bajo nivel de gasto. Esto implica una permanente insuficiencia de recursos para satisfacer las necesidades sociales, especialmente las de la población en situación de pobreza. También deben tomarse en cuenta la ineficiencia y la corrupción que merman la efectividad del presupuesto estatal para atender los rezagos en las distintas áreas (salud, educación, infraestructura, seguridad, justicia, etc.).

Debido a lo anterior, el uso constante de la deuda pública ha sido el instrumento de los distintos gobiernos para aumentar el gasto por encima de los ingresos disponibles, y así contar todos los años con presupuestos más elevados. No obstante, a pesar de las presiones políticas por gastar cada vez más, por décadas ha prevalecido cierta prudencia y el endeudamiento ha aumentado en ritmos moderados que no han puesto en riesgo la capacidad de pago de los compromisos adquiridos. Ello le ha valido al país un amplio reconocimiento internacional por su estabilidad macroeconómica, al punto que es una de las fortalezas que resalta para los evaluadores externos del riesgo país. La crisis económica generada por la pandemia dio lugar en todo el mundo al uso extendido de la deuda pública para enfrentar la emergencia y tratar de reducir los impactos negativos. Guatemala no fue la excepción y el Congreso aprobó tres ampliaciones al Presupuesto 2020 por cerca de Q20 millardos financiados con nuevo endeudamiento. En consecuencia, el saldo de la deuda estatal aumentó 18 por ciento entre diciembre 2019 y agosto 2020. En tanto que, entre 2010 y 2019 el incremento anual fue de ocho por ciento (menos de la mitad de este año). (El Periódico 21.10.20)

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