Alzas de la tasa líder incidirían en una contracción

Las perspectivas siguen jugando en contra y cada vez se acentúa la posibilidad de que la economía global entre en una recesión en 2023, a consecuencia de la coyuntura internacional caracterizada por una espiral inflacionaria desencadenada por el conflicto entre Rusia y Ucrania, y las medidas que está tomando la Reserva Federal (Fed) de los Estados Unidos, emuladas por muchos bancos centrales de todo el mundo. De hecho, uno de los engranajes que movería a la economía mundial a un proceso recesivo, está en el manejo de las tasas de interés de referencia (líder) por parte de la Fed, que es el instrumento que está aplicando de forma vigorosa para controlar la inflación en el país norteamericano, que permanece por encima de los 8 puntos interanuales. En la coyuntura, tanto las maniobras con la tasa de interés, como la inflación están estrictamente vinculadas, por lo que ya determinan las expectativas para el siguiente ejercicio fiscal. Con una tasa al alza, sucede lo contrario, pero lo ideal es mantener un equilibrio para que esta medida no arrastre a la economía a una desaceleración del consumo tan fuerte, que bajen la producción, el empleo y, por ende, el crecimiento económico.  En 2022, la mayoría de los países han reaccionado con tasas al alza. En economía, se dice que las decisiones de la Fed respecto a elevar la tasa de interés de forma consecutiva (hoy está en 3%), son tomadas como “una muestra” de lo que se debe hacer en el resto del mundo para contener el alza generalizada de precios, a pesar de que sus efectos sobre un menor crecimiento económico se materializarán en el 2023. Desde diciembre del 2021, la Fed anunció que normalizaría de manera gradual su política monetaria, poniendo fin al proceso de expansión, así como a la subida de las tasas de referencia en 2022, lo que se vio justificado desde febrero de este año, con el inicio del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, cuyo efecto inmediato fue el aumento de precio de muchas materias primas y alimentos tales como el trigo, aceites vegetales y otros cereales, aparte de la tendencia alcista en los precios del petróleo y el gas natural. En septiembre pasado, el Banco Central Europeo (BCE) también subió su tasa de interés hasta 0.75%, también con la intención de controlar la inflación en la eurozona y las previsiones de mayores alzas en los precios del gas y otros carburantes, indispensables para hacerle frente al frío invernal de fin de año. (Prensa Libre 25.10.22)

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